La comunicación en el arte es un proceso que comienza cuando nos preguntamos que cosa significa la obra que estamos mirando. Pero yo tengo otra pregunta aún más importante:
- ¿Estamos planteando dicha pregunta hacia la persona correcta?
Cuando preguntamos “¿y eso que significa?” generalmente esperamos obtener la respuesta, en el mejor de los casos, de algún experto, como es el curador de la exposición o el guía del museo y en el peor de los casos al amigo que nos acompaña en ese momento.
Otros podrían pensar que dicha pregunta va directamente dirigida hacia el autor de la obra, pero sabemos bien que muy difícilmente nos lo encontraremos para resolver todas nuestras dudas.
Así pues, aunque la pregunta sobre el significado de la obra es completamente válida y necesaria, a quién realmente debe estar dirigida es a uno mismo porque:
- El mensaje contenido en una obra de arte ha sido confeccionado por el autor de la obra y dirigido al espectador (tú mismo), y por tanto establece una comunicación directa con él (contigo).
En este particular proceso comunicativo existen dos reglas principales (“¿Cómo entender una obra de arte?”):
- La obra de arte es la única protagonista – Porque la única portadora del mensaje es la obra de arte.
- Los individuos que opinen sobre ella son otros intérpretes, pero la fuente siempre es la obra de arte.
- El espectador debe participar activamente en el entendimiento de la obra de arte – Porque en toda relación de comunicación si no hay disposición para entender el mensaje, entonces no hay entendimiento.
El esquema de la comunicación en el arte
Como en toda relación de comunicación, los elementos básicos son los tres ya conocidos:
- Emisor: En este caso representado por el artista mismo, quien es el que estructura el mensaje dentro de la obra de arte.
- Mensaje: Elaborado a partir de códigos culturales representados por los elementos físicos de la obra.
- Receptor: El espectador, que al momento de percibir la obra recibe el mensaje puesto en ella.
En la mecánica comunicativa del arte la obra es la que tiene contenido el mensaje, dicho mensaje lo construye el artista mediante los códigos culturales que conoce y representa estos mediante los materiales empleados para construir la obra.
El artista no se encuentra presente, sino que ha colocado su mensaje dentro de la obra de arte. Esto significa que:
La comunicación en el arte es de orden unidireccional y por tanto no hay retroalimentación por parte del emisor (el artista).
Propiamente, algunos comunicólogos no consideran que la comunicación unidireccional sea de hecho comunicación sino sólo trasmisión de información. Dejemos esa discusión a los más expertos.
Ahora bien, para comprender mejor esta dinámica comunicativa del arte debemos agregar los elementos faltantes del proceso, tal como establece la teoría de la comunicación.
- El Canal – Es el medio físico por el cual se transmite el mensaje y es seleccionado por el emisor.
- En la simplificación del esquema presentado aquí, situábamos a la obra de arte como el mensaje tal cual, sin embargo, estrictamente hablando, la obra de arte es el medio por el cual se transmite el mensaje, es decir, que es un canal de comunicación.
- Claro está que hay diferentes tipos de obras de arte, tales como la pintura, la escultura, la fotografía, la instalación, el videoarte, etc., siendo todos estos diferentes medios para crear el mensaje de la obra.
- El mensaje – Es el conjunto de símbolos o señales que pasan de emisor a receptor, haciendo posible el proceso de comunicación.
- El mensaje es el eje, contenido y objeto de la comunicación.
- En los esquemas comunes se suele colocar el mensaje en el centro. Sin embargo en el proceso de la comunicación en el arte el canal (la pieza física de la obra) se antepone como contenedor del mensaje: Esto es así porque el artista tiene como objetivo crear la estructura de un producto que se va a presentar frente al espectador y es entorno a ello que gira su actividad creativa: la creación del objeto artístico.
- El código – Es el conjunto de rasgos que tiene el mensaje y que se corresponden cada uno con una determinada idea.
- Cada idea es un concepto y las ideas contenidas en la obra son a partir de las cuales se puede estructurar el mensaje y la interpretación de la obra.
- Para que exista una correcta correspondencia entre emisor (artista) y receptor (espectador) ambos deben manejar los mismos códigos culturales que les permitan entender las ideas contenidas en la obra.
- El arte puede basarse en una multiplicidad de códigos para trasmitir su mensaje y también puede combinar códigos entre sí en una misma pieza.
Sin duda el tema del código es la parte más polémica en el esquema comunicativo del arte, pues justamente esta multiplicidad de códigos utilizados vuelve indeterminable un sistema claro de signos en el código del arte.
¿La comunicación en el arte es universalmente entendible?
En muchas ocasiones he escuchado decir que “el arte es verdaderamente el lenguaje universal”. Esta idea se origina del hecho de que mucho del arte está basado en el sentido de la vista y de qué además apela a los sentimientos, siendo todos estos universales.
La problemática del código inherente al arte es simplemente irresoluble, pues no hay tal, el arte se vale de todo lo existente en el mundo y de la forma en que lo racionalizamos, intelectualizamos y aprehendemos, es decir:
- El arte se vale de códigos culturales para estructurar un mensaje – Mas preciso sería decir que el artista, quien construye la obra, es quien se vale de estos códigos.
- Así pues, el artista debe ser particularmente habilidoso en la selección de los códigos a utilizar y su correcta incrustación en los medios que empleará para materializar la obra, es decir, aquellos elementos tangibles cargados del código.
- Entonces: La codificación de la obra de arte la ejecuta el artista desde el uso de la generalidad de la cultura como fuente de la estructuración del código de la obra de arte que realizará.
Pero esto tampoco debe ser un indicativo de la universalidad de su lenguaje, porque cada cultura tiene sus propias formas de aprehensión del mundo:
- El arte no es un lenguaje universal – Porque si la cultura en el cual está inmerso el espectador no le permite decodificar adecuadamente el mensaje que contiene la obra, entonces no existe una trasmisión de información y no hay comunicación.
El último elemento que integra todo esquema comunicativo es el contexto y en la comunicación del arte la cultura es siempre su contexto:
- El contexto – Es el ambiente que rodea al proceso comunicativo.
- La teoría de la comunicación dice que este ambiente debe comprender por igual al emisor como al receptor, en conjunto con una ubicación, un tiempo y un suceso.
- Pero en el arte el contexto siempre es la cultura, por lo que este hecho inevitablemente divide el contexto en dos: aquel del emisor (el artista) y el del receptor (el espectador).
El contexto que rodea al artista lo influencia de diversas maneras, desde sus intereses propios hasta una forma de pensar.
El contexto del artista se ve directamente implicado en la motivación de creación de cierta obra con cierto tema y la razón de porqué se construye de una forma determinada. Toda obra de arte se construye desde motivaciones íntimamente relacionadas con el artista.
Pero al momento de exhibirse, la obra es extraída del contexto particular del artista y sólo hasta que es vista por el espectador es cuando se incrusta en el contexto de este último.
- El espectador va a tratar de decodificar el mensaje de la obra influenciado por su contexto y es este el que beneficiará u obstaculizará una buena comprensión del mismo.
Finalmente el espectador retroalimenta su contexto a partir de la manera en que entendió la obra.
Las diferencias culturales como limitante comunicativo
Demostraciones claras de la carencia de universalidad en la comunicación del arte hay muchas.
Las codificaciones culturales pueden llegar a ser demasiado cerradas, como lo vemos en distintas etapas del arte.
Por mencionar algunas podríamos hablar de las pinturas religiosas de los siglos XV y XVI, cuyas mecánicas, por supuesto, vienen de siglos atrás, pero con el paso del tiempo complejizándose más.
Pongamos de ejemplo la pintura de Santa Catalina realizada por Caravaggio.
Es evidente que las lecturas de estas obras solo eran posibles para aquellos educados en el catolicismo, territorialmente toda el área de Europa.
Pero a ojos de un asiático de la misma época, el entendimiento de una obra como esta, simplemente hubiera sido imposible.
Aún hoy para un católico moderno puede ser muy críptico, puesto que ya no se enseñan estos códigos como antes lo hacían.
Por supuesto habrá quién pueda decir que de cualquier manera hay elementos claramente identificables en esta obra, a decir: una persona, específicamente una mujer, una espada, una rueda con clavos, etc. Y que de cierta manera se pueden sacar ciertas conclusiones con estos elementos.
Ciertamente una reflexión sobre lo que está representando esta pintura puede llevar hacia algún lugar… independientemente de cuál sea este.
Pero nuevamente, la capacidad del observador está determinada por su cultura, y también existe una cultura visual.
El observador de esta obra no podrá determinar con claridad los códigos que se han incrustado en los elementos ilustrados, como el significado concreto de la rueda con clavos y su relación que este personaje femenino.
Llevemos esto hasta un extremo y hablemos de las culturas primitivas, muchas de ellas cuyas expresiones visuales no reproducen la ilusión de tridimensionalidad en representaciones bidimensionales. No son pocas las historias de cómo han reaccionado integrantes de tribus autóctonas al ver por primera vez una fotografía. Simplemente no la entienden, no pueden procesar lo que ven porque no se compagina con sus modos de ver.
Y sucede a la inversa también.
Alguien con una educación occidental no podría entender los códigos de un arte primitivo. No por nada se hace necesario un arduo estudio de la cultura primitiva para poder develar sus secretos.
Poniendo como ejemplo otro tipo de trabajo artístico muy codificado y cuyos elementos visuales están basados en modos de ver muy diferentes a los occidentales, podríamos hablar de los mándalas.
Estas son representaciones simbólicas espirituales y rituales originadas en las religiones budistas e hinduistas. No sólo el hecho de que mucho del trabajo en los mándalas tiene una codificación fundada en religiones sino también el hecho de el proceder en la ejecución es diferente al modo en que se crean obras visuales occidentales. El factor de la espiritualidad le da un carácter distinto a las motivaciones del creador y por supuesto tal cosa hace que una lectura y una interpretación más clara necesite de conocimientos específicos de su cultura.
Confirmo pues la necesidad del espectador de participar activamente en el entendimiento de la obra de arte. Como en toda comunicación, se necesita la disposición para poder atender al otro.
En este caso, atender a la obra de arte, si es que queremos comprenderla lo mejor posible.
Pero también es válido y compresible el no querer hacerlo y quedarse solo en el nivel de la experiencia estética de la visualidad de la obra. Sin embargo, si vamos a quedarnos en ese nivel, entonces no cuestionemos las implicaciones significativas del arte.